El Movistar Estudiantes ha cumplido 70 años. Pensar en el Estu, es pensar en el baloncesto desde el colegio. Hace dos jornadas, antes del choque que le midió ante el Baskonia, los colegiales quisieron homenajear a 14 históricos del club: Juan Martínez Arroyo y sus hijos Pablo y Gonzalo; Gonzalo Sagi-Vela, los hermanos Vicente y José Ramón Ramos, Iñaki De Miguel, "Baby" Mimoun, Víctor Escorial, Pablo Bergia, Javier Molina, César Arranz y Paco García. Desde Solobasket.com también hemos querido rendir homenaje a una entidad básica para entender nuestro baloncesto recogiendo fragmentos del libro Historia del Baloncesto en España de varias de las estrellas que recorren buena parte de sus 7 décadas de trayectoria.

La historia de Estudiantes comenzó a escribirse en el 47. Por aquel entonces, el Instituto Ramiro de Maeztu, situado en la calle Serrano, organizó unos partidos de baloncesto entre sus alumnos para fomentar el deporte. Aquellos jugadores cofundadores del Estudiantes fueron Luis Martínez Arroyo (el primero de una de las sagas más importantes de la historia colegial), Bermúdez, Varela, Rafael Laborde, José Luis Cela (hermano del reconocido escritor Camilo José Cela), Abad, Bitteti, Valle, Morejón o Jareño, entre otros. En el 48, el equipo ya adoptaría el nombre de Estudiantes.

LOS INICIOS.

Por Rafael Laborde, cofundador.

Pudimos recoger a los protagonistas que impulsaron al ‘Estu’ hasta lo más alto. Mirando entre las primeras piedras que formaron el club tenemos a Rafael Laborde, cofundador y entrenador-jugador del Estudiantes, apuntaba en la obra en cuestión que: “De la Copa del 56 en la que caemos en semifinales ante el Aismalíbar (66-51), recuerdo el magnífico partido que luego hicimos contra el Juventud de Badalona, donde militaban Brunet, Bassó, Canals, etc. Ganamos por 57-50, lo que nos colocó como el tercer mejor equipo de España. Puesto más alto conseguido hasta entonces por el Estudiantes. Tan solo hacía nueve años que unos alumnos del Instituto Ramiro de Maeztu de Madrid nos habíamos aficionado al baloncesto e iniciamos nuestra andadura en el año 1947 en la 3.ª categoría regional. Quedamos en segunda posición, lo que nos permitió ascender a 2.ª categoría. Ya en 1948, decidimos llamarnos Estudiantes Club por afinidad con el Estudiantes de la Plata argentino. Como curiosidad, cabe decir que entre los fundadores se encontraba José Luis Cela, hermano de Camilo. Quedamos también en 2.ª posición, lo que nos permitió, por desistimiento del Ateneo Politécnico, ascender a la 1.ª categoría B, recién creada. Quedamos en 1.ª posición sin perder un solo partido, y al año siguiente ya militamos en 1.ª categoría, donde fuimos clasificándonos en años sucesivos 5.º, 4.º, 3.º, 2.º y; por fin, campeones en la temporada 1954-55. Todo ello bajo la presidencia de don Antonio Magariños, profesor de Latín y jefe de estudios del Instituto Ramiro de Maeztu. Sin su ayuda no hubiese sido posible crear el Estudiantes Club. Quiero destacar esto porque es de justicia. Díaz-Miguel fichó por el Estu en 1951”.

EL PRIMER GRAN TÍTULO.

Por Juan Martínez Arroyo, primera gran estrella.

Nadie mejor que Juan Martínez-Arroyo para explicar, también en el enciclopédico libro, y por consiguiente, en primera persona, aquella Copa del 63 disputada en San Sebastián: “Los pilares de aquel equipo eran Jesús Codina y José Ramón Ramos, con la gran ayuda de algunos jugadores ya consolidados como «Baby» Mimoun —ex alumno del Ramiro de Maeztu, de ascendencia marroquí—, Paco Pleguezuelos, «Chiqui» Fuentes…, pues todos aportaban experiencia al equipo. A esa plantilla, con diecisiete años, me había incorporado de la mano de Jaime Bolea —mi entrenador de juveniles—, que debutaba en el primer equipo y que desde el inicio me otorgó una gran confianza. Aprovecho esta oportunidad para recordarle de forma especial entre los mejores entrenadores que tuve en mi vida. Con estos antecedentes, la temporada 62-63 partía con un equipo muy unido. Tres de nuestros jugadores, además, formábamos parte de la selección española. La aportación de los veteranos antes mencionados y la incorporación de algún fichaje como Pedro Montilla, Javier Codina —hermano menor de Jesús—, Joaquín Montoto y en ocasiones las dos incorporaciones norteamericanas a tiempo parcial, Kempf y Brown —ambos pívots—, completaron un grupo de gran solidez tanto dentro como fuera de la pista. El caso de ambos norteamericanos merece una especial mención que ilustra el «baloncesto profesional» que practicábamos en aquella época en Estudiantes. Ambos jugadores eran militares destinados a la base de Torrejón de Ardoz, y vinieron a ofrecer sus servicios. Años atrás habían jugado en Estados Unidos a un nivel medio en High School (la etapa previa a la universidad), y su intención era seguir practicando su deporte preferido mientras trabajaban en Madrid”. Pero para nuestro protagonista la verdadera estrella que llegó del otro lado del charco fue Clifford Luyk: “la incorporación de Luyk al equipo blanco, y posteriormente a la selección nacional, supuso el mayor salto técnico y competitivo en la historia de nuestro baloncesto a nivel internacional. Posteriormente, otros jugadores consolidaron ese cambio hasta la situación en la que hoy nos encontramos. Otros extraordinarios jugadores de la época fueron Emiliano Rodríguez —uno de nuestros mejores jugadores de siempre—, Francisco «Nino» Buscató —todavía jugador de Aismalíbar aquella temporada— y Alfonso Martínez, enrolado en el Picadero de Barcelona, tras su paso por el Real Madrid. Con este escenario general, lleno de grandes equipos y jugadores, Estudiantes fue capaz de protagonizar una de las grandes temporadas de su historia, acabando segundo en la Liga Nacional y logrando el título en la Copa del Generalísimo. Esta final de Copa es el recuerdo más emblemático de la temporada. El partido se disputó en San Sebastián, después de unos cuartos de final disputados en Vergara, en los que nos impusimos con facilidad al Dow-Unquinesa de Tarragona (66-36), y de unas semifinales en las que vencimos al Picadero, con un excelso partido de José Ramón Ramos, autor de 42 puntos. El partido frente al Madrid, en el Frontón de Anoeta, fue muy ofensivo (94-90)”.

 

EN EL 80, NUEVO GOLPE EN LA MESA.

Por el histórico Vicente Gil.

Y de base en base y tiro porque me toca. Ahora es el turno del ‘peque’ Vicente Gil que formó parte de aquella histórica plantilla, entre los que estaba un imberbe Fernando Martín, y protagonizaron una de la mayores machadas de su historia. “Fue la temporada en la que más me he divertido. Jugábamos muy rápido y vistoso. Fuimos una sorpresa para todo el mundo. Nos entrenaba Jesús Codina. Era un equipo nuevo, pero muy bueno. Estaba Fernando Martín, que era un crío, o «Slab» Jones, que llegaba de la Universidad de New Mexico y no lo conocía nadie. Pero la clave fue que estaba repleto de ganadores como Del Corral o el mismo Fernando, que, a pesar de tener solo dieciocho años, ya tenía unas espaldas enormes. También su fuerte carácter, que fue lo que le hizo grande. Durante la temporada se fue viendo poco a poco que con ese desparpajo era probable que lo perdiéramos la siguiente temporada y así fue, como todo el mundo sabe”. Gil, continua narrando sus recuerdo de aquella maravillosa temporada añadiendo que “Tan solo perdimos seis partidos. Entre ellos contra el Valladolid en casa, pero es que allí jugaba una máquina llamada Nate Davis. ¡Qué muelles tenía! Además, tiraba de forma bonita y efectiva. Pero la figura allí era Samuel Puente, que fue uno de los máximos anotadores de la Liga que, a diferencia de Davis, tenía un tiro poco ortodoxo, pero que siempre le solía entrar, que es lo que importa. Aquel año perdieron la categoría el Hospitalet, el Inmobanco y el Baskonia a pesar de que con ellos jugaba el quinto máximo anotador de la Liga (24.5 puntos). La temporada anterior había jugado en el Real Madrid; ¿adivinan quién era? Su actual presidente, Josean Querejeta. Tenía muy buenos fundamentos en el poste bajo. A pesar de que no era alto, era otra máquina de anotar. Jugaba muy inteligente”.

AQUELLOS MARAVILLOSOS 90.

Por Pablo Martínez, la saga continúa.

La excelencia de los años 90 fue explicada por el hijo de, precisamente, Juan Martínez… el ahora comentarista Pablo Martínez y una de las piezas claves de la Copa Colegial: “Joventut, Barcelona y Estudiantes participamos en la primera Copa de Europa a la que accedían varios equipos de cada país, cimientos de la actual Euroliga. El Real Madrid disputaría la Recopa; y Fórum, CAI, Baskonia y Collado Villalba, la Copa Korac. En todas ellas los equipos españoles fueron protagonistas. La Penya y Estudiantes llegamos hasta la Final Four de Estambul, en la que sobraron 3 segundos y la genialidad de un base serbio para que el equipo verdinegro levantara un trofeo que llegó dos años después. El triple de Djordjevic tras recorrer la pista entera, a medio metro de un estremecido «Lolo» Sainz, casi pisando la línea lateral y con Tomás Jofresa punteando el tiro, entró a formar parte de las imágenes principales de la historia del torneo. Aquel Partizan de Belgrado, además, tuvo que disputar todos sus partidos fuera de su país debido a la guerra de los Balcanes, siendo la ciudad de Fuenlabrada la que los acogió como locales y los animó de forma ejemplar, generando un vínculo mutuo de agradecimiento imposible de olvidar. Mientras tanto, la Recopa había coronado al Real Madrid de Clifford Luyk (George Karl había empezado la temporada, pero dimitió en enero) frente al Paok de Salónica, con una última jugada en la que Ricky Brown robó un balón a Panagiotis Fassoulas, para sellar en el último segundo la canasta del triunfo. Por último, en la Copa Korac, el Fórum de Valladolid estuvo a un paso de hacer historia, cayendo en semifinales frente a la Virtus de Roma. Los italianos, impulsados por el patrocinio del periódico Il Messagero, contaban en sus filas con estrellas NBA como el veterano Rick Mahorn o Dino Radja, al que hicieron una oferta que le hizo aplazar su desembarco en los Boston Celtics. En el plano de los equipos nacionales, fue el año del Joventut de Badalona y del Estudiantes. En todas las competiciones, nos acabamos retando con los títulos muy en juego. Una regla hecha por FIBA casi sobre la marcha nos obligó a enfrentarnos en la semifinal de la Final Four de Copa de Europa, con clara victoria para ellos. Pero apenas un mes antes, nos habíamos cruzado también en semifinales de la Copa del Rey, siendo nosotros los que salimos vencedores. Un último tiro de Jordi Villacampa desde seis metros se quedó corto, lo que nos permitió disputar al día siguiente la final frente al CAI Zaragoza del recordado Manel Comas, y levantar el trofeo por segunda vez en la historia del club, aunque el anterior de 1963 tenía un nombre distinto: Copa del Generalísimo”.

LA KORAC QUE SE ESCAPÓ.

Por el legendario Nacho Azofra.

Finales de los noventa y principios del 2000, últimos años de un enorme Estu. Para finalizar el siempre recordado Nacho Azofra, jugador que más asistencias ha repartido en sus historia (1.926), el que más minutos ha disputado (12.783) y, también, el que más partidos ha disputado (610). Un experto, para el que no lo sepa, en anchoas. No lo hicimos a propósito pero todos los testimonios del libro Historia del baloncesto en España que hablan del Estudiantes son directores de juego pero es que son una fábrica de cabezas pensantes (en baloncesto): “Perdimos la final de la Korac contra el Barça a pesar de que hicimos un partidazo en casa sacando una buena la ventaja (93-77). Alfonso Reyes, que con dos metros pelados podía jugar contra cualquier 5 en la Liga y la selección, les hizo daño en ese partido. Qué mérito el suyo, qué carácter. Shaun Vandiver le acompañaba en la pintura y también utilizó sus tantos recursos para no perder tanta ventaja. Solo tenía una pierna sana y enfrentarse a tíos tan físicos y grandes como Rentzias o Dueñas era un gran reto. A Pinone ya lo vi de mayor, tal vez por eso me impactó más Shaun. Él controlaba todo el juego, sobre todo, los dos primeros cuartos. Le dabas el balón en el poste bajo y ya inventaba con su increíble juego de pies, su gran muñeca o habilidad para pasar. Para mí, el mejor interior extranjero con el que he jugado en el Estu. No estaba en la NBA porque no estaba físicamente bien. Sin embargo, cuando viajamos a Barcelona no competimos (97-70) y me dolió mucho más que perder la Copa Korac. Nos hicieron una defensa que sobrepasaba la legalidad y nosotros no estuvimos preparados para ponernos a su altura. Notamos mucho que Chandler Thompson no jugara ninguno de los dos partidos por lesión. Quique Bárcenas lo hizo muy bien en su lugar, pero Chandler es otro de los mejores con los que he jugado, con el permiso de Winslow, que era indefendible. Recuerdo que por esa época Aleksandar Djordjevic estaba muy afectado por los conflictos de la guerra en su país y en el segundo partido mostró un cartel diciendo: Stop the war. Era un ganador. Todo un carácter, pero, además, tenía una efectividad en el tiro en suspensión que era una pasada, daba igual que tirara en carrera o parado. De los mejores bases a los que me enfrenté. Lo que también le diferenciaba de otros con capacidad de anotar es que era muy bueno dirigiendo y pasando. Vamos, que lo hacía todo. Al final de la temporada, dejaría el Barça y ficharía por el Real Madrid”.