El Real Madrid de baloncesto inicia la temporada 2025-26 entre la ilusión y la incertidumbre. Tras un año decepcionante en Europa y un verano marcado por cambios profundos, las lecturas pueden dividirse en dos: la de quienes creen que se abre un nuevo ciclo con riesgos evidentes, y la de quienes confían en que el club mantiene intacta su capacidad para seguir compitiendo al máximo nivel. La llegada de Sergio Scariolo, la reestructuración parcial del vestuario y el reto de volver a reinar en la Euroliga son los ejes de un proyecto que puede ser tanto continuidad como ruptura.
El golpe de timón en el banquillo del Real Madrid de baloncesto
El relevo en el banquillo simboliza mejor que nada la tensión entre lo viejo y lo nuevo. Chus Mateo deja paso a Sergio Scariolo, un técnico con un palmarés incontestable a nivel de selecciones y experiencia previa en el club. Para unos, supone un salto de calidad y una oportunidad de dotar al equipo de rigor táctico y equilibrio defensivo. Para otros, es un movimiento conservador que no garantiza el cambio de rumbo que muchos reclamaban tras la decepción europea.
La incógnita reside en cómo logrará Scariolo adaptar su estilo al ADN de un vestuario acostumbrado a un baloncesto de transiciones largas y protagonismo ofensivo. Su perfil promete orden y disciplina, pero deberá encajar en un grupo con líderes veteranos y referentes con mucho peso específico. El banquillo es el primer terreno donde se decidirá si el Madrid entra en un ciclo nuevo o si se limita a maquillar lo anterior.
Una plantilla renovada a medias
El mercado de fichajes del Madrid ha dejado una de cal y otra de arena. Algunas bajas eran inevitables y buscadas, por edad o por adaptación: Ibaka, Rathan Mayes no seguirán en el equipo. Otras, en cambio, duelen un poco más; el club ha perdido a Dzanan Musa, una de las piezas llamadas a ser referente ofensivo, pero también ha tenido problemas para retener talento joven, como Hugo González o Eli Ndiaye. Esto ha permitido liberar una importante masa salarial. El club se ha movido. Han llegado caras nuevas con proyección y físico, como Maledon, Lyles, Okeke, Krämer, Procida o el joven Izan Almansa. Además, afronta el inicio de temporada con jugadores clave lesionados como Hezonja, Krämer y Abalde. La sensación es de transición: un bloque parcialmente renovado, pero aún en busca de líderes sólidos.
Se ficha físico para adaptarse a la propuesta de Scariolo. Pero veremos la capacidad de estos fichajes para adaptarse a la exigencia inmediata de vestir de blanco. No hay margen para rodajes largos en un equipo que siempre juega para ganar. Si los nuevos refuerzos ofrecen profundidad y energía, el Madrid podrá mantener su estatus. Si se diluyen, el riesgo de una temporada de altibajos será muy real.
Ganar en España no basta: el reto europeo
En la ACB, el Real Madrid mantiene su condición de favorito casi por inercia. La verdadera vara de medir está en Europa, donde los últimos cursos han dejado un poso de frustración. Por eso llega el técnico italiano. La Euroliga es la obsesión de un club que no se conforma con competir, quiere dominar. Y tras caer en momentos clave, el debate se centra en si este nuevo proyecto será capaz de dar un paso adelante y consolidarse entre hegemonías turcas y griegas, que se han reforzado igual o más.
Scariolo y su grupo de recién llegados tienen la misión de reconectar al Madrid con la ambición continental. El reto es mayúsculo: sostener la hegemonía nacional sin perder frescura en el escenario más exigente. Entre la continuidad de la grandeza y la amenaza del cambio de ciclo, el Real Madrid se mueve en un filo muy fino, donde la temporada 2025-26 puede marcar el rumbo de toda una era.