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Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. Puedes tratar de domesticar un espíritu salvaje, indómito y libre. Por intentarlo que no quede, tarde o temprano terminas por darte cuenta de lo estéril de tu intento. Convertir a un jugador como Hervè Dubuisson en un engranaje más de esa maquinaria llamada equipo resistió todos y cada uno de los intentos que sucesivos entrenadores para los que jugó llevaron a cabo, concluyendo sin excepción en fracaso o en resignación del entrenador. Escolta – alero blanco de 1,95 con un salto vertical de 1,20 metros (existen documentos gráficos que sitúan la parte superior de su cabeza a la altura del aro). Extraordinario tirador, uno de los más perjudicados por la tardía incorporación de la linea de 3 en ámbito FIBA. Atléticamente perfecto, estamos ante un jugador que vivía por y para anotar, cuya mala cabeza le separó del Olimpo. Pudo haber sido el más grande. Físico y talento descomunal, mentalidad, por así decirlo, particular. No concebía la parte colectiva del baloncesto.
¿Y cómo darle cabida a un ejemplar como Hervè en un grupo? Sólo de una manera, dándole de comer aparte. No pasa nada si no se esfuerza en los entrenamientos o ni siquiera acude a realizarlos. Cuando tienes un arma de destrucción masiva en tu vestuario lo mejor es apuntar con ella hacia el rival y hacer buen uso en los partidos, lo cual no siempre resultó fácil. Dice David Byrne que “the call of the wild is not a difficult song” y se equivoca. Escuchar la melodía no es lo mismo que interpretar su significado. Pocos son los llamados a canalizar en beneficio de todos el efecto de la llamada. Desde luego nuestro protagonista no se hallaba entre tan exclusivo y bendecido grupo. Cuando la voz te llama hay que acudir y Dubuisson acudía a toda prisa. Pobres de sus compañeros cuando no estaban listos para acompañarle porque entonces el arma les explotaba en los morros y no dejaba supervivientes, justo lo que mayormente acontecía. Cuántos partidos se habrán ido al garete tanto en clubes como en la selección francesa por quijotescas actitudes de Dubuisson contra rivales convertidos en molinos de viento a los que afrontaba en solitario sin escudero ninguno que le acompañara en tales lides.
Nacido en 1957, con 15 años y medio debutó en la máxima categoría francesa, predecesora de la actual Pro A. En el Denain arrasó en las inferiores y a tan tierna edad comenzó a hacerlo en el senior de tal forma que 3 meses después ya debutaba con la selección nacional absoluta, siendo a día de hoy todavía el más joven en hacerlo. 5 años y al Le Mans donde en otros 5 años conseguiría sus dos únicos títulos colectivos, las Ligas de 1978 y 1979. En 1980 perdería la final de Copa. A final de temporada se marchó al Antibes donde permaneció dos cursos. Del 82 al 86 en el Stade Francaise y del 86 al 93 en el Racing de París. Sceaux, Gravelines, Nancy, Montpellier (entrenador – jugador), un año entrenando en Antibes y nuevamente Montpellier en doble función, a temporada por equipo, hasta su retirada definitiva de las canchas como jugador en 1999 próximo a cumplir los 42 años. Es una forma telegráfica de situar su trayectoria.
Con la selección nacional participó en 7 Campeonatos de Europa, 1 Campeonato del Mundo (1986) y 1 JJOO (1984). Ha sido 254 veces internacional, anotando un total de 3821 puntos, cantidades ambas que todavía perduran como records. Miembro de aquella selección contra la que se enfrentó España en el Campeonato de Europa de 1983 y de la que tan vivo recuerdo guarda Juan Domingo De la Cruz. “En aquella selección machacaban todos. Todos, los 12” fue lo que me dijo cuando leyó mi crónica sobre aquella Francia. Inolvidable su partido de 1985 contra Grecia, clasificatorio para el Mundial de España 1986, en el cual se impusieron los griegos después de tres prórrogas por 126 – 130. Gallis se fue hasta los 36 puntos. Dubuisson no paró hasta los 51.
Sus registros individuales a nivel de clubes son de otra dimensión. Debe tenerse en cuenta que en su época de jugador las funciones anotadoras eran cosa casi exclusiva de jugadores estadounidenses, por lo que tienen más valor si cabe. Hasta en 5 ocasiones pasó de los 50 puntos en la liga, siendo su tope los 55 que le endosó al Tours mientras jugaba para el Racing de Paris en 1989. Entre 1980 y 1989, a excepción del 86 y el 88, fue el máximo anotador de la liga francesa. Si consideramos toda su carrera, incluyendo las 10 temporadas que disputó antes de la fundación de la LNB, estamos ante el máximo anotador de la historia de la liga con 12557 puntos.
Estando inmerso en la preparación de los JJOO de Los Angeles 1984 se anunció oficialmente que los Nets de New Jersey invitaban al campus de verano a Hervè Dubuisson. En Francia la noticia cayó como una bomba y el jugador no solo no hizo ascos a la oferta sino que la aceptó de muy buen grado, al contrario de lo que había sucedido años atrás cuando los reclutadores universitarios americanos se interesaron en él. Para Dubuisson tener que abandonar el emponzoñado vestuario bleu, lejos de ser el mayor de los impedimentos, quizá fuera su mayor motivación. Especialista en triunfar en vestuarios más que difíciles como el de la selección francesa del verano anterior o el de su Stade Francaise de la temporada recién finalizada, donde entre otros cohabitó con los serbios Ratko Radovanovic y esa bomba de relojería llamada Dragan Kicanovic (al que superó en su carrera por el 5º trofeo consecutivo de máximo anotador de la liga), un vestuario profesional americano no iba a ser más complicado para él. Su nula predisposición defensiva, su inexistente concepto de juego coral y su propio carácter bastaron para cerrarle las puertas de la NBA al cabo de un puñado de partidos de liga de verano. En ningún caso ayudó a que al año siguiente Fernando Martín fuera recibido con menos dudas en el mismo escenario.
Como entrenador, sus dos ciclos de entrenador – jugador en Montpellier interrumpidos por una temporada en Antibes y seguidos por dos temporadas en el SLUC Nancy ya solo como entrenador hasta que el 10 de mayo de 2001 se produjo el fatal accidente, justo un año antes de que Nancy ganara su primer y hasta la fecha único título europeo, la Copa Korac. Regresando de un entrenamiento con su moto fue arrollado por un vehículo que se dio a la fuga. De a poco no lo cuenta. Estuvo bastantes meses en coma y más de dos años desde el despertar los invirtió en rehabilitar sus infinitas fracturas y reeducar su cuerpo por completo. Muchos son los que no se explican todavía cómo pudo sobrevivir a semejante golpe, pero la bestia demostró ser muy dura de pelar. En 2005 contrajo matrimonio con la jugadora búlgara de baloncesto ya retirada Madlena Staneva por el rito ortodoxo en Niza. Actualmente es imagen de la Federación Francesa de Baloncesto y miembro del Comité Honorífico de la Academia de Baloncesto Francés. Una leyenda viva. La definición le queda a medida.
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