Hace unos meses iba apurándome hacia el pabellón Pisuerga para ver a mi chiquitina que jugaba el Campeonato Español Cadete de Voleibol. Una vez dentro me dirigí hasta el pasillo de los vestuarios donde le pregunté a uno de los entrenadores donde estaba María. Me dirigieron hacia la zona del stand de refrescos. Pronto escuché una voz diciendo “Aquí está mi grande” y María, 15 años, una guapa atlética jovencita de pelo super rubio de lo alto de su metro ochenta y cuatro se echa a mis brazos. Fue uno de los abrazos más entrañable de mi vida. María Schlegel, plusmarquista de su categoría en salto en altura en el campeonato de atletismo de Asturias, jugadora de la selección asturiana y española cadete de voleibol es el retrato absoluto de su padre Mike Schlegel. Al abrazarla, se me volvían memorables imágenes y tantos abrazos con su padre.

Siempre uno se encuentra con los nostálgicos que echan de menos tiempos pasados donde se jugaba al baloncesto de otra manera, con más técnica, más compromiso, y más sentimiento e identificación con el público. Mike Schlegel era uno de esos jugadores de baloncesto para los puristas que gozan del jugador completo, inteligente, polivalente, engañosamente talentoso, malabarista, difícil de defender y líder silencioso.

Mike es de esos jugadores tan especiales y al mismo tiempo tan cercano. Fuimos compañeros en el OAR Clesa Ferrol cuando llego de tierras asturianas donde había desembarcado al Tradehi de Oviedo viniendo del Ferrocarril Oeste de Buenos Aires. ¡Fantástica y extraordinaria aventura la del deportista profesional!
Polivalencia y temple son los dos adjetivos que mejor caracterizan el baloncesto de Mike. Con sus dos metros 4 centímetros y sus 110 kilos, Mike tenía el físico prototipo de un cuatro, un “power forward” . Pero sus defensores se tenían que preparar o por lo menos, los entrenadores debían calcular muy bien quién le tenía que defender. Mike era un tirador muy preciso desde más allá de la línea de 6, 25m. Al mismo tiempo, tenía un excelente dominio del “dribbling” pudiendo llevar el balón en contraataque rápida y precisamente.

El contraataque era una de las fases preferidas del juego para Mike. En defensa, siempre estaba al acecho para recuperar el balón y arrancar hacia la otra canasta. Mike era explosivo en su primer paso y un falso “sprinter”. Creo que porque calzaba una talla 12 (o 46), cosa inusual para su altura, era bastante rápido en carrera. Su primer paso le permitía escaparse de casi cualquier defensor o en defensa eso le permitía desplazar lateralmente con mucha soltura. En general, a Mike le defendía un hombre de su altura y corpulencia; es decir el típico alero fuerte que no tenía ni la velocidad ni el desplazamiento lateral para defender a un tres más que un cuatro. La verdad es que en la liga española no había muchos jugadores de las características de Mike. Unos de los pocos que le podían defender eran Ray Smith (Mayoral Maristas) y Fran Murcia  por ser los más parecidos a Mike.
Mike tenía unos excelentes fundamentos ofensivos que le hacía ser un anotador prolífico desde cualquier distancia y cualquier punto de la cancha. A este talento unía un entendimiento y una lectura del juego y los espacios por encima de la media. Podría aprovechar cualquier centímetro que le permitía su-vis-a-vis. Además de esto, Mike era buen pasador cosa inhabitual en un anotador. Daba los pases adecuados en el momento apropiado y con la fuerza justa.

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Una de sus jugadas favoritas era recibir en carrera o al salir de un bloqueo, encarar rápidamente la canasta para un tiro desde cualquier distancia para fijar a su defensor que en general se anticipaba en el salto en intento de tapón. Mike entonces hacía un bote (dribbling) a un lado y se elevaba para una canasta. A veces al amago le permitía seguir en penetración hacia la canasta donde podía terminar tirando tanto con la mano derecha como con la izquierda. Mike es diestro y un muy buen caso de oftalmología.
Otra de sus jugadas favoritas proviene de la escuela purista del pase y va. Esta jugada es la de los pillos. Y Mike era de los más pillos. Después de recibir el balón y de pasarlo, con su explosivo primer paso dejaba atrás creando espacio entre él y su defensor para el tiro en suspensión o ir a canasta. Esta jugada era nuestra jugada favorita ya que, con toda modestia, yo disfrutaba dando pases.

Los fundamentos de Mike eran para un jugador exterior, alero, y también para un jugador interior, poste. Dentro de la pintura, Mike aprovechaba su rápido primer paso y su corpulento posterior para crearse buenos espacios y luego sacarse tiros con mucha habilidad. Su variedad de tiros era admirable.

La debilidad en el juego de Mike aparecía cuando tenía que defender un alero típico que tenía que perseguir sorteando bloqueos. Otra debilidad era quizás la falta de un salto portentoso o la habilidad para poner tapones para ser un factor más importante en defensa desde esta posición generalmente clave de alero fuerte.

Pero a pesar de esta falta de un salto portentoso, llega la guinda de los múltiples activos de Mike Schlegel, es que todos los balones en el rebote ofensivo sobre todo le caían siempre en las manos. Parecía tener un imán o un “Global Positioning System” que le llevaba sistemáticamente a donde iba el rechace.

¡Para mí, Mike era una mezcla de Larry Bird, Oscar Schmidt y Dennis Rodman!
Anotador, reboteador, inteligente a la par que pillo, buen pasador, un primer paso prodigioso, competidor fiero jugando al mus en los viajes, y un temple superlativo. Así es Mike Schlegel, uno de mis compañeros con los cuales he tenido más y mejor complicidad a lo largo de mi carrera de jugador de baloncesto.

Como director deportivo siempre tendría a un Mike Schlegel bigotudo y con gafas en mi equipo.

Mike Schlegel, un lujo de jugador y de persona.

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