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30 Historias NBA: Buddy Hield, el rey de las Bahamas

buddy hield, el rey de las bahamas

"¿Quieres entrenar con Kobe?" El mensaje de texto que recibió era claro pero Buddy dudó. Se había criado viendo jugar a Kobe Bryant en su viejo televisor en las Bahamas ¿y ahora la leyenda laker quería entrenar con él? Buddy había escuchado muchísimos mitos e historias sobre Kobe y su ética de trabajo, su puntualidad y su seriedad cuando se trataba de baloncesto. Había quedado con él a las 6 de la mañana del día siguiente y esa noche apenas pudo dormir.

La mañana siguiente se adelantó media hora, quería impresionarle. Kobe Bryant llegó a las seis en punto y ambos se cambiaron listos para entrenar. Dos horas de trabajo, sudor y dedicación en las que Buddy hizo lo posible por aprender y copiar cada movimiento y cada gesto de la Mamba. Kobe le miraba con aprobación pero le hacía repetir todas las acciones decenas de veces, hasta asegurarse de que lo había pillado. A las ocho se marchó, no sin antes desearle lo mejor en su carrera.

por el buen camino

Chavano Rainer 'Buddy' Hield nació un 17 de diciembre de 1993 en Freeport, Bahamas. La gran parte de su infancia la pasó en Eight Mile Rock, una zona pobre en la costa, a 22 kilómetros de Freeport. Él y sus seis hermanos se criaron con sus padres hasta que se divorciaron cuando Hield tenía 11 años y los siete se quedaron al cuidado de su madre, Jackie Braynen en casa de la abuela de estos. 

Chavano Hield obtuvo pronto su mote "Buddy", ocurrencia de su madre por su parecido a Bud Bundy, un personaje de la sitcom de la época Married... with Children. El baloncesto empezó a gustarle desde que era pequeño pero la situación económica de la familia no le permitía practicarlo como a él le hubiera gustado. Debido a ello, Buddy se las ingeniaba para entrenar y jugar a ese deporte que tanto le divertía.

Buddy y Chavez, su hermano mayor, construyeron una canasta de madera a partir de una vieja caja de cartones de leche y la colgaron en el jardín de su patio. A medida que fueron creciendo, tuvieron que sacar el aro y colgarlo en una farola que tenían delante de casa. Buddy pasaba horas y horas tirando a canasta, perfeccionando su tiro y soñando con las estrellas que veía en la televisión. Cada mañana se despertaba antes que sus hermanos para tomar control del mando a distancia y ver repetidos los mejores highlights de la noche anterior en la NBA.

La madre de los chicos tenía tres trabajos distintos para poder sustentar a la familia mientras sus hijos hacían las tareas de casa. Tal era la obsesión de Buddy por el baloncesto, que solía pagar a su hermanos para que estos hicieran sus tareas y el poder escapar al parque a seguir jugando. Sus amigos recuerdan que pasaba largos días en las canchas del parque, desde las 7 de la mañana hasta bien entrada la madrugada. A menudo se oía la vieja furgoneta de su madre girar la esquina y Buddy corría a casa a meterse en la cama antes que ella llegase.

Lo que a Hield le daba fuerzas era que le dijeran que no podía hacer algo. Cada año se organizaban unas jornadas de exhibición en las Bahamas en las que los jugadores motraban sus talentos a los ojeadores estadounidenses que buscaban reclutarles para sus programas de High School. Hield se presentó un año tras otro, sin resultado, hasta que un día la suerte decidió sonreirle.

Kyle Lindsted, actualmente entrenador asistente en Wichita State, dirigía entonces al equipo de Sunrise Christian Academy, una prep en Kansas. Solía acudir regularmente a estas exhibiciones en las Bahamas, pero nunca con demasiadas expectativas. Ese año hubo un muchacho que llamó su atención por encima del resto. El chico en cuestión se paseaba por las gradas sacando una sonrisa al público y bromeando con todo el mundo. Cuando pisaba la cancha se convertía en una máquina de matar. Aquella tarde Hield enchufó triple tras triple, para sorpresa de Lindsted que asistía atónito a la actuación del muchacho de Freeport.

Lindsted acudió a casa de los Hield para hablar con la madre de estos: "Lo siento pero no puedo volver a Estados Unidos sin su hijo", les dijo. Jackie no iba a poner obstáculos al camino que Buddy quería recorrer pero consiguió que su hijo se quedase en Bahamas hasta el final del verano, después del cual le ayudaría a mudarse a Wichita a unirse a su nuevo equipo. Hield aprovechó los meses de verano para trabajar con su padrastro, Richard Bryanen, en la playa y en el gimnasio y asegurarse de estar a la altura de lo que le esperaba.

el éxito está en eeuu

La llegada a Estados Unidos no fue lo que Hield esperaba. Buddy pasó de ser el chico bromista y carismático al que todo el mundo conocía a un muchacho callado, poco sociable y al que le daba miedo que la gente se riera de su acento sureño. Como contrapartida, Hield pasaba las tardes y noches en el gimnasio, trabajando en su juego y su físico. Su ética de trabajo se convirtió en obsesión, tanto que sus entrenadores le obligaban a ir a casa y cerraban los balones bajo llave para que él pudiera descansar.

En 2011, durante su año junior en Sunrise Academy, Buddy lideró a su equipo al campeonato nacional de la National Association of Christian Athletes siendo nombrado MVP del torneo. Un año más tarde, en su última temporada en Wichita, Hield promedió 22.7 puntos en apenas 20 minutos de juego por encuentro. 

Hield obtuvo varias ofertas de becas de distintas universidades, pese a que varios de sus entrenadores le decían que lo máximo a lo que podía aspirar era a algunos programas de bajo nivel. Rechazó a la universidad de Kansas y decidió comprometerse con los Sooners de Oklahoma. Lindsted le ayudó con la transición y fue uno de sus grandes valedores a la hora de convencer al staff técnico de Oklahoma: "Recuerdo que les dije que jamás habían visto un jugador con una ética de trabajo así, nunca paraba de entrenar", contaba entre risas su mentor en Estados Unidos.

En Oklahoma pronto se dieron cuenta de su valía, no solo dentro de la cancha sino también fuera de la misma. Su presencia en el vestuario era indispensable: Buddy era la fuente de las bromas y el buen rollo dentro del equipo y los compañeros lo agradecían. El primer año con los Sooners Hield promedió 7.8 puntos por encuentro y formó parte del segundo mejor equipo de la conferencia Big-12. Su trabajo entre temporadas le permitió mejorar esos números hasta los 16.5 puntos y casi 5 rebotes por partido de su año sophomore.

Su rol dentro del equipo iba creciendo y Hield se convertía en un jugador especial, insustituible con los Sooners. Sus entrenadores recuerdan que un día le encontraron en el gimnasio después de comer, horas antes de un partido. Mientras sus compañeros descansaban en sus habitaciones o se relajaban en las zonas del campus, Hield no paraba de tirar a canasta. "Es una auténtico friki del gimnasio", comentaban tajantes los entrenadores de Oklahoma. 

El tercer año de Buddy en la universidad vio el crecimiento del guard de las Bahamas y una mejora más que notable en su faceta anotadora. Su porcentaje de acierto subió por encima del 40% y lideró a Oklahoma hasta la ronda Sweet Sixteen de la locura de marzo. Elegido para formar parte del mejor equipo de la Big-12 y MVP de la conferencia, Hield quería dar el salto a la NBA pero solo si estaba seguro de ser querido.

Participó en todos los circuitos de exhibición que encontró tras la temporada pero muchos ojeadores desconfiaban de su capacidad de organización y de su aportación más allá del tiro. No sería esto lo que detendría a Hield, que decidió volver a Oklahoma para su temporada senior para completar su periplo universitario y seguir trabajando en su juego. "Mi objetivo es ganar el torneo de la Big-12 y ser campeón nacional. Pero todos soñamos con el siguiente paso, con la NBA", declaraba Buddy.

 

Su último año en Oklahoma fue apoteósico. Hield dio un auténtico recital sobre las canchas de toda la nación y demostró el gran cambio que su juego había sufrido, para bien, durante ese verano. Buddy cerró su etapa con los Sooners como el 2º máximo anotador histórico de la universidad y siendo elegido Jugador del Año en la NCAA de forma unánime, por primera vez desde Blake Griffin en 2009. El siguiente paso era lógico: la NBA esperaba a Hield.

objetivo conseguido

Las percepciones de los ojeadores eran distintas esta vez. El juego de Hield había evolucionada hasta el punto de ser considerado para entrar entre las primeras 10 elecciones. En la noche del Draft de 2016, Buddy Hield fue seleccionado por los New Orleans Pelicans en 6º posición. Esa misma noche recibió un mensaje de Kobe Bryant, su ídolo de la infancia, deseándole suerte y animándole a seguir trabajando duro como hasta entonces.

Tras una Summer League en la que Hield promedió 17 puntos, 5 rebotes y casi 4 asistencias, el debut de Buddy llegó en octubre de 2016. Esa primera temporada en New Orleans fue de reconocimiento para el bahameño. Hield fue nombrado Rookie del mes dela Conferencia Oeste en el mes de diciembre, liderando a todos los novatos de la liga en anotación y triples encestados y consiguió su tope de puntos ese mismo mes con 21 ante Indiana.

Antes de acabar la temporada, en febrero de 2017, Hield veía como su carrera cambiaba de rumbo. El jugador era traspasado junto a Tyreke Evans y Langston Galloway a Sacramento a cambio de DeMarcus Cousins y Omri Casspi. En Sacramento, apenas un mes más tarde de su llegada, Hield consiguió superar su tope de anotación, consiguiendo 30 puntos en una victoria ante Phoenix. Al término de la temporada, Hield fue elegido para el mejor quinteto rookie del año en la NBA.

A pesar de su éxito en la NBA, Buddy Hield no se ha olvidado de sus raíces. Sigue soñando con devolver a las Bahamas todo lo que él recibió de pequeño. Cuando gane suficiente dinero en la NBA, quiere montar un centro comunitario cerca de su casa y patrocinar a todos esos jóvenes que aman el baloncesto como él y quieren demostrar al mundo que ellos también tienen talento.

"Crecí con muchos jugadores que eran mejores que yo. No tuvieron los recursos o la suerte que yo si tuve y por eso se quedaron en las Bahamas", cuenta Hield. Muchos empezaron a meterse en problemas y otros tantos sueñan ahora con un futuro como el de Hield, que ya es famoso en su tierra por haberse convertido en prueba más que tangible de que se puede salir adelante y conseguir tus sueños, al igual que Buddy. "Haré lo que sea para darles una meta, un sentido a sus vidas. Cualquier cosa para convencerles de que no deben conformarse", concluye Hield.

Notas de autor:

Este artículo pertenece a la serie de 30 Jugadores - 30 Semanas - 30 Historias que se publica cada lunes en Solobasket:

 

También puedes leer la serie de 18 Historias ACB en Solobasket.

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