1984. Aquel año nacía un nuevo Mesías para la NBA. Cinco días antes de su nacimiento (30 de diciembre) uno de los mejores jugadores de la liga se adelantaba a los festejos con un regalo para el baloncesto. Uno de los templos de la NBA, el Madison Square Garden hacía las veces de portal de Belén. Sin niño, todavía. Bernard King, con el dorsal #30, afrontaba su tercera temporada en la franquicia de New York. Había sido elegido por los vecinos Nets en el draft de 1977, en séptima posición. Tras promediar más de 22 puntos en sus dos primeros años sería traspasdo a Utah donde se lesionó. Después de recorrer el camino inverso de Chris Mullin se santificaría en New York, consiguiendo grandes hitos anotadores. Aquella Navidad de 1984 conseguía anotar 60 puntos contra los Nets (40 en la primera mitad). Escolta de 2.01; raza negra; anotador.

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Otro retoño nacido en aquel año, 1984, se encargaría de birlare el récord. El rey King abdicaba en el heredero Anthony. Ambos neoyorkinos, profetizaron en su tierra.

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